En el corazón de quienes fuimos sus compañeras y compañeros de labores viven, con diversas intensidades, las sonrisas de Galia y Romina. Y junto a sus sonrisas persisten de manera tan dolorosa e indescriptible, las duras marcas que nos dejaron sus trágicas partidas.
No podemos olvidar el contexto en que transcurrieron de aquellos aciagos días, como tampoco los maltratos y acosos que configuraron las condiciones que, finalmente, desembocaron en ese fatídico viaje de un 2 de septiembre de 2011. No dejamos de preguntarnos:
¿Por qué ellas? Y la pregunta nos lleva inevitablemente a muchas otras interrogantes…
¿Por qué sentimos que este no es un espacio de buen trato o de trato digno?
¿Por qué nos cuesta tanto hacer de nuestro trabajo un ambiente seguro y armonioso, si esto no representa un costo mayor?
Quisiéramos que estuvieran acá.
Quisiéramos seguir compartiendo jornadas laborales, dinámicas, almuerzos, baratillos, opiniones técnicas, también bromas y risas.
Quisiéramos, por ellas, comprometernos a que en el más corto plazo, este espacio –nuestro espacio laboral—, logre ser el lugar que merecemos, una institución donde nunca más nadie se sienta maltratado, atemorizado, coaccionado.
Lo haremos por ellas.
Galia y Romina, por siempre en nuestros corazones.
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